Los patrones de consumo son el punto de partida de la Letalidad en COVID-19: Una mirada a los disruptores Endocrinos
Por.- Dr. Ricardo León, Especialista en Medicina Interna e Investigador
OSIMAVEN (Observatorio Salud, Medio Ambiente e Impacto Social
de Venezuela) 26/07/2020.
La enfermedad COVID19 producida
por el agente infeccioso “SARS-COV2”, desde su surgimiento en Diciembre del
2019 ha cobrado la vida de miles de personas, aunque su tasa de contagios es
mucho más grande y proporcionalmente mucho más alta que deja una letalidad
estadísticamente baja, ésta estadística es heterogénea desde el punto de vista
geográfico y territorial, ya que hay países con tasas más altas de letalidad
que otros, por ejemplo en Italia ha llegado hasta el 14% y en el Reino Unido
incluso por encima del 15% del total de infectados.
No obstante la ciencia desde el
surgimiento de esta nueva enfermedad, ha enfocado sus esfuerzos en entender el
comportamiento y en la forma de erradicarla para así no hacerla tan contagiosa
ni tan letal, ya que esto ha ocasionado el colapso de los sistema de atención
de Salud en incluso el colapso de los servicios y la caída de la producción que
en consecuencia ha generado una fuerte depresión de la economía, producto de
las medidas de contención de dicha Pandemia.
Actualmente la COVID19 existe en
188 países, pero son apenas 10 países los que acumulan más de 70% de los casos
reportados en el mundo, además son estos los 10 países que figuran entre los
países desarrollados del planeta, con altos índices de PIB y de acumulación de
Capital, aunque esto ha ido variando según los niveles de contención de los
casos y las medidas adaptadas por los países que reportan casos de COVID19.
Conociendo entonces este
antecedente, hasta el momento se conoce parte del origen molecular del virus y
su acción tóxica desproporcionada contra los pacientes, sobre todo que han
manifestado formas de presentación clínica más graves, es por eso, que el
estudio constante para intentar conseguir una vacuna o un tratamiento realmente
efectivo, es lo que hoy se conoce como “La
guerra de los estudios”. La farmacéutica Internacional, las empresas y los
países están invirtiendo fuertes sumas de dinero en función de encontrar ambas
vías de erradicar la enfermedad COVID19.
Si algo ha demostrado la ciencia
y se ha evidenciado en el reporte de los casos más graves y los fallecidos por
COVID19 es que las enfermedades de base como Hipertensión, Diabetes, Asma
Bronquial, Cardiopatías, entre muchas otras, pueden empeorar los cuadros de
esta enfermedad y conducirlos al desenlace más letal: La muerte.
Se han buscado factores
genéticos, pero está bien evidenciado que los factores epi genéticos y los
factores ambientales tienen mayor peso sobre las enfermedades no transmisibles
o crónicas que empeoran el cuadro de la enfermedad por Coronavirus, pero
recientemente está descrito que no directamente las enfermedades sino el
proceso responsable de alterar este orden, en lo llama la ciencia: la Homeóstasis.
Esto produce una “disrupción Endrocrina” producida por la exposición a productos
químicos.
Un disruptor endocrino no es
más que, “una sustancia presente en el medio ambiente, alimentos y productos de
consumo que interfiere con la biosíntesis, metabolismo o la acción hormonal,
provocando una desviación del control homeostático o reproducción normales”
según la declaración de la Sociedad Científica de Endocrinología, además la
Sociedad Americana de Endocrinología la defino así: “agente exógeno que
interfiere con la síntesis, secreción, transporte, metabolismo, unión, acción o
eliminación de hormonas naturales presentes en el organismo y que son
responsables de la homeostasis, reproducción y procesos de desarrollo”.
Para nadie es secreto que el
mundo ha estado expuesto a patrones de consumo con altas dosis de conservantes
y químicos, de los cuales algunos violan las regulaciones y que a pesar de que
no serían recomendadas para el consumo humano, aún se siguen produciendo y
vendiendo al consumo de los seres humanos.
El actual Panorama de la COVID19
no es más que una radiografía de cómo están nuestros seres humanos, y de lo
vulnerables o no que estos pueden estar ante agentes infecciosos, que pueden
desencadenar complicaciones producto de la discapacidad que tienen los
organismos de hacer frente a la enfermedad, pero lo que está descrito, es la
respuesta inmunológica exagerada producto de lo que cada vez está más claro, un
proceso inflamatorio severo y sepsis que puede ocurrir en todos los sistemas de
órganos.
“Han pasado casi tres décadas
desde que un grupo diverso de 21 expertos se reunieron en el Wingspread
Conference Center en Racine, Wisconsin, EE. UU. (26-28 de julio de 1991), para
evaluar el impacto de los productos químicos industriales y agrícolas (y su capacidad
para alterar los sistemas endocrinos) sobre la vida silvestre y los humanos.
Wingspread, como se conoció la reunión, introdujo los términos 'disrupción
endocrina' y 'disruptor endocrino' en nuestro vocabulario, produjo la primera
Declaración de consenso sobre productos químicos disruptores endocrinos (EDC),
y marcó el comienzo del campo de disrupción endocrina como Lo sabemos hoy”. Revista The Lancet, EDCs: Time to take
action. Publicado en su página oficial, The Lancet Diabetes and Endocrinology. Para
el 01 de Agosto del 2020, en digital el 25 de Julio del 2020.
La urgencia de reunir nuevamente
este grupo sin duda es la Pandemia actual, para evaluar entonces los efectos de
la “Disrupción Endocrina” en las complicaciones de la Enfermedad por COVID-19.
En el pasado se ha conocido la relación
de productos químicos en enfermedades como Diabetes 2, Nefropatía Diabética,
Enfermedades de la Tiroides, Obesidad, entre otras. Un caso poco conocido o
publicitado, es el de los efectos de los agro tóxicos, con componentes
similares al “Agente Naranja” que se usó en Vietnam, en la ocupación Militar de
Estados Unidos. Este compuesto es la Dioxina, elemento que se ha demostrado que
tiene altos efectos tóxicos en los seres vivos. Estudios realizados sobre
población expuesta, debido a la proximidad de una fábrica productora, concluyen
que hay relación entre la dioxina y la resistencia a la insulina, una de las
causas de la Diabetes tipo 2, además de estar detrás de la evolución de otras
enfermedades. Y por supuesto, los vietnamitas sufrieron sus efectos, pero los
soldados norteamericanos también.
Conozcamos un poco que dice la
OMS en su página oficial, publicado el 4 de Octubre del 2016 en la dirección: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/dioxins-and-their-effects-on-human-health
·
Las dioxinas constituyen un grupo de compuestos
químicos que son contaminantes ambientales persistentes (COP).
·
Las dioxinas se encuentran en el medio ambiente
de todo el mundo y se acumulan en la cadena alimentaria, principalmente en el
tejido adiposo de los animales.
·
Más del 90% de la exposición humana se produce
por medio de los alimentos, en particular los productos cárnicos y lácteos,
pescados y mariscos. Numerosas autoridades nacionales ejecutan programas de
seguimiento de los artículos alimentarios.
·
Las dioxinas tienen elevada toxicidad y pueden
provocar problemas de reproducción y desarrollo, afectar el sistema
inmunitario, interferir con hormonas y, de ese modo, causar cáncer.
·
Debido a la presencia generalizada de dioxinas,
todas las personas tienen antecedentes de exposición, que se espera no afecten
a la salud humana. No obstante, en vista del alto potencial de toxicidad de
este tipo de compuestos, es preciso realizar esfuerzos por reducir los actuales
niveles de exposición.
·
Las medidas más eficaces para evitar o reducir
la exposición humana son las adoptadas en el origen, o sea, la instauración de
controles rigurosos de los procesos industriales con miras a minimizar la
formación de dioxinas.
Las dioxinas son contaminantes
ambientales que pertenecen a la llamada «docena sucia»: un grupo de productos
químicos peligrosos que forman parte de los llamados contaminantes orgánicos
persistentes (COP). Las dioxinas son preocupantes por su elevado potencial
tóxico. La experimentación ha demostrado que afectan a varios órganos y
sistemas.
Una vez que penetran en el
organismo, persisten en él durante mucho tiempo gracias a su estabilidad
química y a su fijación al tejido graso, donde quedan almacenadas. Se calcula
que su semivida en el organismo oscila entre 7 y 11 años. En el medio ambiente,
tienden a acumularse en la cadena alimentaria. Cuanto más arriba se encuentre
un animal en dicha cadena, mayor será su concentración de dioxinas.
Las dioxinas son fundamentalmente
subproductos de procesos industriales, pero también pueden producirse en
procesos naturales como las erupciones volcánicas y los incendios forestales.
Las dioxinas son subproductos no deseados de numerosos procesos de fabricación
tales como la fundición, el blanqueo de la pasta de papel con cloro o la
fabricación de algunos herbicidas y plaguicidas. En cuanto a la liberación de
dioxinas al medio ambiente, la incineración descontrolada de desechos (sólidos
y hospitalarios) suele ser la causa más grave, dado que la combustión es
incompleta. Existe tecnología que permite la incineración controlada de
desechos con bajas emisiones.
En muchos países se analiza el
contenido de dioxinas en los alimentos. Esto ha permitido una detección rápida
de la contaminación y a menudo ha reducido su impacto.
En muchos casos la contaminación
con dioxinas se introduce a través de piensos contaminados, por ejemplo se
determinó que algunos casos de niveles elevados de dioxinas en la leche o los
piensos se debían a la arcilla, grasa o gránulos de pulpa de cítricos
utilizados en la producción del pienso.
Algunos incidentes de
contaminación por dioxinas han sido más importantes y han tenido consecuencias
más amplias en muchos países.
A fines de 2008 Irlanda retiró
del mercado muchas toneladas de carne de cerdo y productos porcinos, porque se
detectó que las muestras analizadas contenían hasta 200 veces más dioxinas que
el límite de inocuidad prescrito. Esta investigación dio lugar a una de las
mayores retiradas del mercado debidas a contaminación química.
La evaluación de riesgos
realizada por Irlanda indicó que no existía peligro para la salud pública. El
seguimiento determinó que la contaminación se había originado en alimentos
contaminados.
En 1999 se detectaron altas
concentraciones de dioxinas en aves de corral y huevos procedentes de Bélgica.
Posteriormente se detectaron en otros países alimentos de origen animal (aves
de corral, huevos, cerdo) contaminados con dioxinas, cuyo origen se encontraba
en piensos contaminados por aceite industrial de desecho con PCB que había sido
eliminado de forma ilegal.
En un grave accidente registrado
en 1976 en una fábrica de productos químicos en Seveso (Italia) se liberaron
grandes cantidades de dioxinas. La nube de productos tóxicos, entre los que se
encontraba la TCDD, acabó contaminando una zona de 15 km2 con 37 000
habitantes.
También se han estudiado
ampliamente los efectos sobre la salud de la TCDD presente como contaminante en
algunos lotes del llamado agente naranja, un herbicida utilizado como
defoliante durante la guerra de Viet Nam. Se sigue investigando su relación con
ciertos tipos de cáncer y la diabetes.
Aunque puede verse afectado
cualquier país, la mayoría de los casos se han notificado en países industrializados
que disponen de medios adecuados de vigilancia de la contaminación alimentaria,
donde hay más conciencia del peligro y en los que hay mejores mecanismos de
control para detectar problemas relacionados con las dioxinas.
También han existido casos de
intoxicación humana intencionada. El más notable, registrado en 2004, es el del
Presidente de Ucrania, Viktor Yushchenko, cuyo rostro ha quedado desfigurado
por el acné clórico.
Entonces estamos, ante una gran
interrogante, ¿será que el agente causal de las complicaciones de la COVID-19
es la Dioxina? O algún otro tóxico presente en los alimentos que consumimos, o
que se encuentra en la cadena alimentaria?, urge formar grupos de investigación
multi disciplinarios que profundicen en este sentido, que revisen la actividad
industrial y el impacto ambiental que está teniendo la producción en esos
niveles.
“Los pacientes con alto riesgo de formas graves de COVID-19
con frecuencia padecen enfermedades crónicas, pero otros factores de riesgo
también pueden desempeñar un papel. Los factores estresantes ambientales, como
los productos químicos disruptores endocrinos (EDC), pueden contribuir a
ciertas enfermedades crónicas y pueden agravar el curso de COVID-19”. Esto lo
reseña un reciente estudio publicado el 15 de Julio del 2020, llamado “Productos
químicos disruptores endocrinos y relaciones COVID-19: un enfoque de biología
de sistemas computacionales”, por la National Institutes of Health, en la
siguiente dirección: 10.1101/2020.07.10.20150714.
El objetivo del estudio citado
era explorar los supuestos vínculos entre los EDC (Diruptores Endocrinos) y la
gravedad de COVID-19, se construyó y aplicó un enfoque de biología de sistemas
integradores.
Este estudio concluye en lo
siguiente:
“Las vías se identificaron como
posibles objetivos de los EDC (Diruptores Endocrinos) y como contribuyentes a
la gravedad de COVID-19, destacando así los posibles vínculos entre la
exposición a productos químicos ambientales y el desarrollo de enfermedades.
Este estudio también documenta la aplicación de los métodos de biología de
sistemas computacionales como un enfoque relevante para aumentar la comprensión
de los mecanismos moleculares que unen EDC y enfermedades humanas,
contribuyendo así a la predicción de toxicología”.
Los productos finales de la
glicosilación avanzada, son entonces parte de las vías identificadas que pueden
estar vinculadas a la respuesta exagerada y desproporcionada en los pacientes
con COVID19, porque generalmente esto ocurre en pacientes con obesidad,
Diabetes, o enfermedades metabólicas y cardiovasculares.
Los productos finales de glicación (AGEs)
son un grupo heterogéneo de moléculas generadas por medio de reacciones no
enzimáticas de glicación y de oxidación de proteínas, lípidos y
ácidos nucleicos. La formación aumentada de AGEs ocurre en
condiciones tales como la diabetes mellitus y el
envejecimiento. AGEs median sus efectos a través de tres mecanismos
principales: 1) entrecruzamiento con proteínas de la matriz extracelular,
afectando las propiedades mecánicas de los tejidos, 2) entrecruzamiento con
proteínas intracelulares alterando sus funciones fisiológicas y 3) unión a sus
receptores de superficie RAGE para inducir múltiples cascadas de señales
intracelulares.
La acumulación de AGEs en
las proteínas tisulares ha sido implicada en las complicaciones vasculares
diabéticas, tales como la retinopatía, la nefropatía y la neuropatía. En la
nefropatía diabética los AGEs contribuyen al desarrollo y progresión
de esta enfermedad renal. (Esto ha sido extraído del documento: Productos finales de glicación (AGES)
y la nefropatía diabética, escrito por Carlos Carvajal Carvajal, y está
disponible en la siguiente dirección https://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1409-00152015000100019.
Frente a un Panorama donde la Pandemia
está vinculada estrechamente a procesos humanos y ambientales, con incidencia
Socio Económica, urge plantear las vías de atender el problema, este documento
solo muestra fuerte evidencia, de los agentes causales y determinantes de Salud
que pueden estar originando la Letalidad y las complicaciones de la COVID19, si
esto entonces le sumamos, determinantes demográficos y las desigualdades
sociales históricas, estamos entonces frente a un complejo Panorama que amerita
de mayores esfuerzos de cambio.
Muy buen y completo artículo. Muchas gracias por la información.
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